No sabemos ni su nombre, pequeña de estatura, pero grande de corazón, siempre acudía fiel a la cita, de cada domingo, vestida de negro, detrás de su cesta, cargada de chucherías.
La brisa subia del rio y apoyada en la esquina ( casi como sujetandola ), esperaba a los niños, cuando la tarde y el sol palidecían. Habladora siempre, tenia la magia de las mujeres importantes, y siempre llevaba la faldriquera, para guardar las calderillas cuando comprabamos pipas , chicles o pepinillos que sabian a gloria.
Y cuando la noche caia, cogia la cesta , y aún recuerdo su silueta, subiendo la Cuesta del Olmo, camino del Azaguan, y cuando cada domingo, los rayos del sol se esconden y cruzo la esquina de la Avenida del Carmen y la Calle Otal, siempre me acuerdo , con nostalgia, de la silueta de la Tia Samperina, y de un tiempo pasado, que siempre fue mejor, o eso nos parecia.
Autor : Eshijar.
¡Qué bonito y entrañable el comentario! Lo comparto totalmente. Gracias
ResponderEliminarcreo recordar que se llamava Vicenta el los apellidos los desconozco
ResponderEliminar