Si remontamos el río Bellós por las sinuosa carretera que parte de Escalona, a unos 13 kilómetros encontraremos un puente de piedra lanzado de forma imposible sobre la estrecha y profunda garganta que el río talló en esta zona pirenaica. Si nos atenemos a la leyenda, el puente lo creo de forma milagrosa un ermitaño, San Urbez, apoyando su cayado entre las dos orillas dada la imposibilidad de que la ingeniería humana del momento fuera capaz de semejante proeza tecnológica.
Pero por muy milagrero que fuera el santo, lo cierto es que fueron canteros románicos los que construyeron este pequeño pero delicioso vado de piedra, suspendido sobre un precipicio insondable. Otro puente más moderno en paralelo a éste permite apreciar la fastuosa obra de ingeniera que tuvo que llevarse a cabo para poder construir de manera tan airosa la pasarela. En uno de los lados está la cueva donde vivió San Urbez en el siglo VIII, hoy convertida en ermita.
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