Los hermanos Argensola.
Los hermanos Lupercio Leonardo y Bartolomé Leonardo de Argensola nacieron en Barbastro, en 1559 y 1562 respectivamente.
Lupercio fue secretario de la emperatriz María de Austria. Después desempeñó cargos diplomáticos en Nápoles, donde murió en 1613. Bartolomé estudió en Salamanca, donde fue alumno de Fray Luis de León. Después fue confesor de la emperatriz María de Austria, y posteriormente, canónigo en La Seo de Zaragoza. Murió en esta ciudad en 1631.
Son conocidos como historiadores y como poetas. Ambos hermanos fueron Cronistas del Reino de Aragón, continuando la labor del gran Jerónimo Zurita, eminente historiador de la Edad Media aragonesa.
Su obra poética es de un estilo muy clásico. Nunca la publicaron, limitándose a mostrar sus poemas, manuscritos, a¬¬¬¬ su círculo de amistades. Pero a su muerte, Gabriel Leonardo de Argensola, hijo de Lupercio, recopiló y publicó conjuntamente los poemas de su padre y de su tío, dándolos a conocer en toda España, donde adquirieron fama.
El soneto que les ofrecemos a continuación, no se sabe con certeza cuál de los dos hermanos lo compuso.
Con respecto a su título, que nos parece sorprendente a primera vista, hay que tener en cuenta que el significado que tiene hoy la palabra “afeitarse” (rasurarse la barba), no es el mismo que el que tenía entonces (que era ponerse “afeites”; es decir, lo que ahora llamamos “productos cosméticos”). Por lo tanto, una versión de dicho título en el lenguaje actual, podría ser: “A una mujer que se maquillaba y estaba hermosa”.
Aprovechando la imagen mental que evoca el poema, la de una mujer que en realidad no era tan bella como aparentaba, su autor insiste en la idea (que se repetía con frecuencia en aquella época) de que debemos estar siempre alerta, porque este mundo es mentiroso y nos engaña. Las cosas no son lo que parecen.
A UNA MUJER QUE SE AFEITABA Y ESTABA HERMOSA
Yo os quiero confesar, don Juan, primero,¬¬¬
que aquel blanco y color de doña Elvira
no tiene de ella más, si bien se mira,
que el haberle costado su dinero.
Pero tras eso, confesaros quiero
que es tanta la beldad de su mentira,
que en vano a competir con ella aspira
belleza igual de rostro verdadero.
Mas, ¿qué mucho que yo perdido ande
por un engaño tal, pues que sabemos
que nos engaña así naturaleza?
Porque ese cielo azul que todos vemos,
ni es cielo, ni es azul. ¡Lástima grande
que no sea verdad tanta belleza!
A pesar de la seriedad y clasicismo de sus sonetos, en algunas ocasiones no tuvieron inconveniente en recurrir al humor o a la sátira. Las dos octavas que pueden leer a continuación, se atribuyen a Bartolomé Leonardo.
LOS DIENTES Y LA TOS
Cuatro dientes te quedaron,
si bien me acuerdo; mas dos,
Celia, de una tos volaron;
los otros dos, de otra tos.
Seguramente toser
puedes ya todos los días,
pues no tiene, en tus encías,
la tercera tos qué hacer.
OLOR A CHAMUSQUINA
A solas con don Simón
pasa las noches Ruperta;
ella, polluela inexperta,
él, gallo con espolón.
La madre está en la cocina,
cerca del candil hilando,
y ronca de cuando en cuando...
¡Me va oliendo a chamusquina!
Lupercio Leonardo fue también autor de obras de teatro de mucho éxito en su tiempo, que merecieron los elogios de su amigo Lope de Vega. En honor al apellido de estos hermanos, había en Zaragoza un “Teatro – Cine Argensola” en el número 23 del Paseo de la Independencia, que cerró a finales de los ochenta del siglo pasado, siendo ocupado su lugar por una galería comercial, que aún hoy conserva este mismo nombre.
Autor : Enrique Garralaga Robres.
Los hermanos Lupercio Leonardo y Bartolomé Leonardo de Argensola nacieron en Barbastro, en 1559 y 1562 respectivamente.
Lupercio fue secretario de la emperatriz María de Austria. Después desempeñó cargos diplomáticos en Nápoles, donde murió en 1613. Bartolomé estudió en Salamanca, donde fue alumno de Fray Luis de León. Después fue confesor de la emperatriz María de Austria, y posteriormente, canónigo en La Seo de Zaragoza. Murió en esta ciudad en 1631.
Son conocidos como historiadores y como poetas. Ambos hermanos fueron Cronistas del Reino de Aragón, continuando la labor del gran Jerónimo Zurita, eminente historiador de la Edad Media aragonesa.
Su obra poética es de un estilo muy clásico. Nunca la publicaron, limitándose a mostrar sus poemas, manuscritos, a¬¬¬¬ su círculo de amistades. Pero a su muerte, Gabriel Leonardo de Argensola, hijo de Lupercio, recopiló y publicó conjuntamente los poemas de su padre y de su tío, dándolos a conocer en toda España, donde adquirieron fama.
El soneto que les ofrecemos a continuación, no se sabe con certeza cuál de los dos hermanos lo compuso.
Con respecto a su título, que nos parece sorprendente a primera vista, hay que tener en cuenta que el significado que tiene hoy la palabra “afeitarse” (rasurarse la barba), no es el mismo que el que tenía entonces (que era ponerse “afeites”; es decir, lo que ahora llamamos “productos cosméticos”). Por lo tanto, una versión de dicho título en el lenguaje actual, podría ser: “A una mujer que se maquillaba y estaba hermosa”.
Aprovechando la imagen mental que evoca el poema, la de una mujer que en realidad no era tan bella como aparentaba, su autor insiste en la idea (que se repetía con frecuencia en aquella época) de que debemos estar siempre alerta, porque este mundo es mentiroso y nos engaña. Las cosas no son lo que parecen.
A UNA MUJER QUE SE AFEITABA Y ESTABA HERMOSA
Yo os quiero confesar, don Juan, primero,¬¬¬
que aquel blanco y color de doña Elvira
no tiene de ella más, si bien se mira,
que el haberle costado su dinero.
Pero tras eso, confesaros quiero
que es tanta la beldad de su mentira,
que en vano a competir con ella aspira
belleza igual de rostro verdadero.
Mas, ¿qué mucho que yo perdido ande
por un engaño tal, pues que sabemos
que nos engaña así naturaleza?
Porque ese cielo azul que todos vemos,
ni es cielo, ni es azul. ¡Lástima grande
que no sea verdad tanta belleza!
A pesar de la seriedad y clasicismo de sus sonetos, en algunas ocasiones no tuvieron inconveniente en recurrir al humor o a la sátira. Las dos octavas que pueden leer a continuación, se atribuyen a Bartolomé Leonardo.
LOS DIENTES Y LA TOS
Cuatro dientes te quedaron,
si bien me acuerdo; mas dos,
Celia, de una tos volaron;
los otros dos, de otra tos.
Seguramente toser
puedes ya todos los días,
pues no tiene, en tus encías,
la tercera tos qué hacer.
OLOR A CHAMUSQUINA
A solas con don Simón
pasa las noches Ruperta;
ella, polluela inexperta,
él, gallo con espolón.
La madre está en la cocina,
cerca del candil hilando,
y ronca de cuando en cuando...
¡Me va oliendo a chamusquina!
Lupercio Leonardo fue también autor de obras de teatro de mucho éxito en su tiempo, que merecieron los elogios de su amigo Lope de Vega. En honor al apellido de estos hermanos, había en Zaragoza un “Teatro – Cine Argensola” en el número 23 del Paseo de la Independencia, que cerró a finales de los ochenta del siglo pasado, siendo ocupado su lugar por una galería comercial, que aún hoy conserva este mismo nombre.
Autor : Enrique Garralaga Robres.
Muy buen colaborador
ResponderEliminar!que no se canse!
Me gusta mucho.
Muchas gracias por acercarnos la vida y obra de los hermanos Argensola. Desgraciadamente esta época literaria y en especial estos autores ha sido obviada de forma continuada en los temarios de ESO y Bachillerato. ¡Es de agradecer que alguien revise sus obras y rememore a los grandes literatos aragoneses!
ResponderEliminarUn saludo
Tenemos una gran cantera de autores aragoneses. Sin ningina duda el más internacional es Baltasar Gracian, pero esta muy bien recordar a los que nos han dejado tan importante legado.
ResponderEliminarArtículo que nos acerca a la gran cantera de autores aragoneses. Desde el más internacional Baltasar Gracian hasta todos los autores que con su literatura contribuyen a enriquecer nuestro mundo literario.
ResponderEliminarMe ha gustado el artículo.
Muy interesante Enrique, ya veo que algunos intelectuales siguen tus escritos.
ResponderEliminarGracias.
Interesante artículo, Enrique, rememorando escritores aragoneses de gran talla.
ResponderEliminar¡Sigue Enrique! Nos encantan tus artículos. Gracias
ResponderEliminarQué interesante la poesía de Aragón,
ResponderEliminary este artículo me ha gustado un montón
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
ResponderEliminarRecojo la sugerencia de dedicar algún día un artículo a nuestro más ilustre escritor, Baltasar Gracián, para darlo a conocer aunque sólo sea un poco. No fue profeta en su tierra: ni en España, ni tan siquiera en Aragón. Pero es muy admirado en Europa, sobre todo en Alemania.
Saludos.