Hace diez décadas de años, segun leo en el Heraldo, Hijar crecio, la población aumenta, desde luego que aumentaba, el pueblo a rebosar de habitantes , todas sus casas, las torres llenas de seres humanos, cuevas y casas de los cabezos llenas, el cementerio se ven en la necesidad de agrandarlo, al mayor numero de habitantes, mayor numero de muertos, desean el arreglo de las calles, que seria tierra sobre tierra, en el año 1917 mi padre tendra sus doce años, desconozco sus juegos, si jugaran o no a los pitos, yo nacido en el año 1932 todavia recorro las calles, ( ahora encementadas ) todavia de tierra y jugabamos a los pitos ( canicas ) en él, la partida era dando al pito contrario la primera vez, " chivadica seguia pie, tute, después y por último, meter la canica en el gua ".
Mi madre más joven que mi padre, su niñez la paso en una finca enorme con casas, iglesia y biblioteca. Supongo que sus juegos infantiles serian los de las niñas de su edad, aunque fueran juegos inocentes, los habia de enorme peligro, como el saltar una hoguera, en el que una hermana de mi madre, debido a los vestidos que llevaban largos hasta los pies, una de las veces que saltó la hoguera, arrastro consigo llamas y brasas, contra más corria llena de pavor, mayores eran las llamas, hasta que dejo de correr, ya estaba abrasada.
Mi abuelo era el encargado de la finca, trabajadores a sus ordenes y trabajos a realizar, etc, etc...
Mi madre murió joven, pasado un largo tiempo llegó a Hijar, jubilada de sus funciones de embajada, embajada que trajo a Hijar todos los enseres de MEG. Me habló con cariño, me pregunto por mi madre, sintió su muerte, ya que en la finca donde ella pasaba largas temporadas fueron muy amigas, era con mi madre con la que mejor se llevaba.
Autor : Diego Lasala Gerique.
Recuerdos, recuerdos... que yo Diego, de los míos no puedo recordar, solo vagos pasos, de mi juventud.
ResponderEliminarLos recuerdos son pasos vividos y que todavía quedan en la memoria, recordar es pasar la vida en capítulos.
Sigue así Diego.